Solsticio de Verano (I)

 

A mi pequeña Inés...

Azul y amarillo, colores de mi infancia.
Estíos vacíos del frío viento del invierno…

Pero sopla, igualmente sopla, en chorros de brisa salina…
Que cura heridas pasadas,
que cura heridas presentes,
que alienta mi alma y mi ser…
Pudiendo seguir adelante sin parar, sin barreras
¡Fuerza bendita!

Ahora es su infancia.
Los azules e intensos amarillos esbozan su silueta en la profundidad de mi corazón.
Ella adora estos estíos vacíos de viento invernal,
adora la sal sobre su piel,
en el aire,
esa sal que sana al secar mis lágrimas
ante la impotencia de no poderla retener.

Pero ahora es su infancia.
Sigue, dura, permanece…
Aún no se ha ido.

Y esos colores profundos a la vez que triviales
conforman la fotografía que,
en su alma,
en la mía,
siempre quedará expuesta.

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