Te comía
a besos.
Cada centímetro de tu piel,
cada milímetro de tu ser:
Quiero tu, tu y tu.
Te mordía
cada lóbulo de tus orejas,
tremenda delicadeza pero fuego
preparando la ebullición:
¿te llevo a la pasión?
Pero no me ames,
no debes.
Solo disfruta de mis cuidados
de mi cariño
de mi delirio por ti.
Pues sería la dueña de tus deseos,
de tus sueños,
y de tus lamentos.
Y, como Hugo el de las batallas,
no quiero necesitarte
pues no puedo tenerte.